La segunda temporada aborda dos historias contadas en paralelo. Por un lado, situada en Washington D.C. en plena campaña de elecciones presidenciales, la primera historia sigue la historia de Erica Myles, directora financiera de un ‘lobby’ del partido republicano, y Anna Garner, una mujer segura de sí misma e independiente que dirige eficientemente una exclusiva red de ‘escort girls’. Presionada desde arriba para lograr los objetivos de recaudación, Erica decide reclutar a Anna para que se encargue de chantajear a un poderoso inversor. Las negociaciones llevan a ambas mujeres a involucrarse en una complicada relación sexual, marcada por la exploración de las debilidades, el control y la sumisión.
Por otro lado, Bria Jones es una antigua veterana del negocio de las ‘escort girls’ que pasa a formar parte del programa de protección de testigos para escapar de una tóxica y abusiva relación. Tras ser privada de su exquisito estilo de vida, Bria y su hijastra son reubicadas en una remota localidad de Nuevo México. Una vez allí, Bria vuelve a recurrir a su trabajo como trabajadora sexual, algo que podría poner en peligro su nueva identidad, así como la de su hija y la del policía federal encargado de protegerlas.
Esta temporada mantiene ese ambiente incómodo, provocador, pero con actrices distintas. A mí personalmente me gustó muchísimo más la primera temporada, protagonizada por Riley Keough, donde también era más que la historia de las escorts, pero esta segunda temporada tiene demasiado entramado para mí, me pierdo en las historias paralelas, y yo me aburro profundamente en las tramas políticas. Lo siento pero la segunda temporada no es para mí, pero seguiré defendiendo su primera temporada.
Esta serie actualmente se emite en Movistar Series Xtra los martes.
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